Tus labios me salvaron de todas las batallas, como un escudo transparente que envolvía de humo cualquier dolor, cualquier pérdida. Nunca supe dónde se escondía el secreto para sanar mi vulnerabilidad, y yo me dejaba llevar mecida en la ternura de la carnosidad que emanaba de tu boca. Siempre espero ese refugio como mi mejor medicina, y, aún sin esperarlo, es la plataforma donde poder posar mis pies si el viento intenta llevarse mis pasos.
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