Desde la orilla sólo se escuchaba el suave sonido del agua acariciando la arena.Era un mar plateado y tranquilo, triste, adormecido aún en esa hora en que se desperezan las nubes y abren los ojos las gaviotas.Nadie más que yo paseando la playa larga; nadie más que yo buscando el silencio que no existe nunca en mi cabeza. Unos minutos interminables sin saber hacia dónde dirigir mis pasos mientras las olas seguían su ritmo pausado y cadencioso.
¿Un café?, no , mejor la espero...Pero, ¿dónde?
No había nadie a mi alrededor, ninguna referencia para decidir el encuentro...Al poco me dí cuenta que ya era miércoles, habían pasado diecieciocho años, y no íba a llegar...Seguí caminando mientras la espuma acariciaba mis tobillos.Seguíamos estando solos, el mar y yo.
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